O blogue da biblioteca do CPI da Ribeira

¿Por qué mi hijo ya no lee?

Niños leyendo

 

 

¿Por qué, a cierta edad, hay chavales que leen menos?

Si hablamos de chicos y chicas aficionados a la lectura que a partir de cierto momento han dejado de leer, habrá que preguntarse qué ha cambiado: los intereses, los amigos, la organización de su tiempo, la cantidad de actividades fuera del horario escolar, las condiciones para la lectura... Puede suceder también que nosotros mismos hayamos dejado de apoyarles pensando que su hábito estaba suficientemente asentado.
En estos casos es importante indagar qué es lo que les puede apartar de la lectura y plantearse qué hacer en cada situación. Se proponen algunas reflexiones que pueden ayudar a comprender este problema:

- El esfuerzo que requiere la lectura y la posible falta de competencia para abordar textos más complejos. Para disfrutar de la lectura hay que poder leer sin que el esfuerzo puesto en la actividad sea superior al placer que nos proporciona. A medida que nuestros hijos crecen, los libros les proponen nuevos retos como lectores para los que no siempre están formados: la trama se complica, las formas lingüísticas son más complejas... Hay ocasiones en que los niños o los jóvenes no están preparados para abordar la lectura de ciertos textos aunque, en principio, estos parecieran adecuados para su edad. En estos casos, no pueden disfrutar con la lectura porque el esfuerzo que esta les exige es demasiado grande.

- La aparición de nuevos intereses. A ciertas edades, los chicos y las chicas tienen intereses que consumen buena parte de su tiempo y que, si no están bien enfocados, pueden apartarles de la lectura: la televisión, los juegos electrónicos, los amigos... Los jóvenes están muy interesados en la socialización en su grupo de amigos y les gusta compartir las mismas aficiones. Pero para aficionarse a la lectura, hay que descubrir el placer de enfrentarse a una historia en solitario. Si la lectura no forma parte de las preferencias del grupo de amigos, será más difícil afrontar su desinterés.

- El exceso de actividades fuera de la escuela o del instituto: idiomas, deportes, danza, informática... Hay familias que conceden mucha importancia a ofrecer a sus hijos una formación muy completa que les garantice un buen futuro. Pero no somos suficientemente conscientes de que la lectura es la mejor garantía de su futuro: leer para disfrutar y para disponer de un horizonte cultural amplio; leer para estar informados y para aprender las habilidades necesarias para seguir aprendiendo por sí solos. Tengamos en cuenta que el excesivo cansancio físico o mental provocado por estas otras actividades puede apartarles de la lectura.

- Simplemente, no les gusta leer. En ocasiones, las aficiones que han ido desarrollando los niños y los jóvenes no les hacen inclinarse hacia la lectura. Prefieren el movimiento, o la actividad física, o la visión del televisor, o los juegos del ordenador. No han sabido descubrir la emoción de la lectura, y eligen cualquier otra actividad que no sea una relación placentera con los libros.

En todos estos casos, no hay que abandonar: debemos seguir probando con las numerosas sugerencias contenidas en esta Guía; no todas serán igualmente eficaces, pero alguna de ellas puede dar algún resultado.

A violencia contra a muller

Familia y educación III

El fracaso o éxito escolar está condicionado por distintas variables asociadas a los tres elementos básicos que participan en la educación: determinantes académicos (profesores y centros), personales (alumnos) y familiares (padres). En el entorno escolar, las distintas administraciones educativas adoptan diferentes medidas para prevenir el fracaso, como los programas de diversificación curricular, de cualificación profesional inicial o la atención específica a alumnos con dificultades de aprendizaje, entre otros.
Estas actuaciones pueden ayudar a disminuir algunos factores que inciden en el nivel de rendimiento de los estudiantes, pero para que sean realmente efectivas, es necesario que las familias intervengan también en el proceso formativo de sus hijos y se impliquen de forma directa en su educación. Esta intervención es importante para reforzar los determinantes personales ligados al éxito académico, como la motivación o las expectativas de futuro, y para paliar los efectos asociados al contexto familiar que pueden influir de forma negativa en el progreso escolar.

Factor socioeconómico y rendimiento

Tal como reflejan distintos informes educativos internacionales y nacionales, el estatus social, económico y cultural que rodea al alumnado es uno de los factores claves que explican el rendimiento académico. La última Evaluación General de Diagnóstico (2010), realizada en nuestro país entre los alumnos de segundo curso de Secundaria, concluye que variables como el nivel de formación de los padres, su ocupación profesional, el número de libros en el hogar o los recursos domésticos favorables al estudio determinan el éxito escolar en mayor medida que otros aspectos como el tipo de centro educativo, la repetición de curso o la comunidad autónoma donde se viva.

Antonia Lozano, del Grupo de Investigación psicoeducativa y psicopedagógica de la Universidad de Almería, en su estudio sobre los factores que afectan al fracaso escolar en la Educación, matiza estas variables tras analizar cómo se interrelacionan con las asociadas al entorno académico y personal y concluye que más que una cuestión de nivel cultural o formativo, lo relevante es el clima familiar.
Lozano afirma que, en ocasiones, "un bajo nivel cultural puede compensarse con un mayor compromiso y apoyo familiar a la actividad académica de los hijos". La comunicación entre los miembros de la familia, el apoyo e interés por los estudios, los hábitos lectores o la participación en actividades culturales son algunas de las actuaciones que señala esta especialista para reprimir las consecuencias en el rendimiento de un nivel socioeconómico desfavorable en el alumno.

Qué pueden hacer las familias

Para superar las posibles desventajas del contexto familiar desfavorecido o para incrementar el rendimiento de los alumnos que, en un entorno familiar favorable, registran dificultades que les abocan al fracaso escolar, los especialistas del ámbito educativo apuntan distintas pautas de actuación por parte de los progenitores. Estas pueden ayudar a encaminar a sus hijos hacia el éxito académico:
  • Motivar: la motivación es fundamental para evitar el fracaso escolar. Tal como afirma Jesús Alonso Tapia, autor de 'Motivar en la escuela, motivar en la familia', "el comportamiento de los progenitores puede influir en la motivación o desmotivación de sus hijos por aprender". Tapia describe algunas estrategias que pueden desarrollarse en el hogar para incrementar esta capacidad, como educar con el ejemplo, con la muestra de interés y entusiasmo por su trabajo, participar en sus actividades con ilusión y manifestar satisfacción ante los logros de los hijos, inculcar el sentido de la superación y adecuar las tareas que se le asignen a sus capacidades reales.
  • Aumentar las expectativas: uno de los datos más relevantes que se extraen de las diferentes evaluaciones educativas es la elevada diferencia de rendimiento entre un alumno cuya familia no confía en que supere la educación obligatoria y otro que esperan que alcance un título universitario. Esto evidencia que un planteamiento de futuro que incluye una perspectiva educativa a largo plazo es sinónimo de éxito. Es relevante por tanto que las familias expresen a sus hijos interés por su trayectoria, que se informen sobre las distintas opciones disponibles y sepan transmitirle la importancia que tiene para ellos su evolución académica.
  • Formarse: muchas de las situaciones en el contexto familiar que influyen en el rendimiento podrían solucionarse si los progenitores incrementan su formación y conocimientos sobre diferentes aspectos como la comunicación con los hijos, las principales dificultades de aprendizaje y otros problemas escolares o extraescolares que inciden en el progreso de los alumnos. Hoy en día hay numerosos recursos para formarse en este sentido. Entre ellos, destacan las escuelas de padres, presenciales o virtuales, los servicios de orientación escolar o los cursos que distintas administraciones educativas organizan de modo periódico para este fin. 

Familia y educación II

Se pregunta Javier Marías en su artículo Pieles finísimas lo siguiente: “¿cómo va a aceptar un joven que no puede hacer esto o aquello si a lo largo de sus quince o dieciocho años se lo ha educado en la creencia de que siempre se saldría con la suya, de que a todo tenía derecho a cambio de ningún deber, y de que sus acciones más graves no acarrearían más consecuencia que el rollo que le soltaran los plastas de sus padres o profesores?” Hace unos pocos días Iñaki Gabilondo subrayaba el apoyo que los padres ofrecían a sus hijos cuando estos eran sancionados, plantándose frente al profesor que les infligió el castigo y cuestionando sus medidas. Y es que, efectivamente, es difícil que se encuentren con un “no” rotundo que ponga límites a aquellos comportamientos poco o nada encomiables. Con semejante déficit de autoridad ¿cómo van a aprender los jóvenes que ciertos comportamientos conllevan consecuencias y sanciones?

Pues bien, algunas clarividentes mentes han dado con la solución: volver al uso del “usted” como señal de respeto y otorgar autoridad pública a los docentes.

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  1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
  2. No le dé ninguna educación en valores; espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
  3. Cuando diga palabrotas, ríaselas; esto le animará a hacer cosas más graciosas.
  4. No le reprenda nunca ni le diga que está mal algo de lo que hace, podría crearle complejo de culpabilidad.
  5. Recoja todo lo que él deje tirado y hágaselo todo. Así se acostumbrará a cargar las responsabilidad sobre los demás.
  6. Déjele ver todo cuanto caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados pero deje que su mente se llene de basura.
  7. Dispute y riña a menudo con su pareja en presencia de su hijo. Así adquirirá una práctica eficaz en sus relaciones afectivas de futuro.
  8. Dele todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer de dinero es necesario trabajar.
  9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El esfuerzo personal podría producirle frustraciones.
  10. Delegue en los profesores su educación pero no la autoridad. Póngase de parte de su hijo en cualquier conflicto con sus educadores. Piense que ellos tienen prejuicios contra él y realmente le tienen manía.
(Encontrado en Historias de la historia)

Aprender e xogar

Para estrenar o curso 2011-12, traémosvos unha páxina cun montón de xogos educativos para rapaces de infantil e primaria e primeiro ciclo da ESO. Hai xogos de matemáticas, de arte, de música, quebracabezas... O único que non nos gustou son os de inglés, pero non se pode ter todo!


Enlace: Toy Theater



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