Artículo extraído da web do Ministerio de Educación:
Daniel Pennac, Como una novela
Lectura y adolescencia no siempre mantienen una buena relación. De hecho, es una etapa marcada por los cambios fisiológicos, la creciente autonomía, el espíritu crítico, el interés por el entorno y la búsqueda de modelos en la construcción de la propia identidad. En esta fase se suele hablar de crisis lectora, sobre todo si se compara con la relativa sencillez con la que en las etapas anteriores de la infancia se despierta el gusto por la lectura.
Es entonces cuando más se precisa una buena orientación que anime a los jóvenes a materializar sus intereses lectores. Encontrar el libro adecuado que ayude a sobrellevar las circunstancias especiales en que se ven inmersos los adolescentes constituye uno de los puntos de partida más efectivos para engancharlos a los libros.
Se trata de una tarea difícil si previamente no se ha adquirido el hábito lector, pero no imposible. Hay quienes descubren entonces la lectura, como sucede con otros aspectos de su vida, cuando la búsqueda de respuestas a los problemas existenciales incita a la soledad y a la reflexión. Así que nunca es tarde para animar a leer, desde casa o desde las aulas a los adolescentes. Siempre existe la posibilidad de llegar a ellos partiendo, sobre todo, de sus motivaciones afectivas.
Durante estos años, claramente marcados por el ambiente, las rebeliones, las crisis, las transformaciones y los sentimientos encontrados, les atraen libros en los que verse reflejados en alguna medida, aquellos que les hacen soñar despiertos, en especial los de corte intimista, que cuentan historias de la “vida real”, de temática social, de acción, de misterio, los ambientados en otras épocas o sobre otras culturas, de ciencia-ficción…, y aquellos sobre temas actuales y conflictos psicológicos que implican a protagonistas adolescentes con cuyos problemas e inquietudes se sienten identificados. Es lo que se llama la etapa “múltiple”.
La estructura narrativa de estas obras es más compleja que la de etapas anteriores y se acerca más a la de los adultos. La ilustración es un elemento claramente prescindible, pero siguen teniendo importancia el diseño y el atractivo de la portada.
Aunque en la adolescencia el despertar de la afición por la lectura suele depender más de la influencia del profesor y de la práctica educativa, restringirlo sólo a ese ámbito puedeconducir al fracaso. De cualquier manera, se debe partir de la motivación por el contagio, enfocando las lecturas como una actividad placentera, lúdica, amena. El entusiasmo que muestra quien ama los libros al hablar de ellos es una de las recetas más efectivas. El acto de leer no debe estar precedido por la imposición. Todo lector tiene derecho a leer lo que más le guste, a dejar el libro a medias, a empezar por el final, a criticarlo o a no leerlo si no lo desea.
En la elección adecuada está el verdadero secreto, quizá la tarea más decisiva, en la que padres y educadores deben intervenir. Elegir los mejores libros, los más populares, y sencillos, los que no han perdido interés a lo largo de los años, los que no aburren, los que no pesan, los más originales, los más próximos, los que tratan problemas de la vida real que pueden sucederle a cualquiera… No existen soluciones, lectoras o vitales, válidas para todos; cada adolescente tiene sus propios intereses y la suficiente capacidad crítica para elegir y valorar sus propias lecturas. Sin embargo, es importante no dejar al niño o al adolescente solo ante lo leído, sobre todo cuando hay problemas de comprensión. Crear sistemas de lectura paralelos, discutiendo, comentando, transformando los libros…, hace de su lectura una experiencia compartida mucho más enriquecedora.
Cabe recordar a Gianni Rodari : "Nunca se debe ordenar leer un libro a nadie. Lo mejor es sugerir, mostrar, indicar, aquellos libros que nos parecen los mejores, para que nuestros hijos y alumnos se diviertan y aprendan". El alejamiento de los jóvenes de la lectura puede deberse a que nunca han encontrado lo que realmente buscaban.
Cómo acercar a los adolescentes a la lectura
El verbo leer no soporta el imperativo
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