O blogue da biblioteca do CPI da Ribeira

¿Castigar o no castigar?


A veces podemos prevenir el mal comportamiento. Establecer limitaciones justas y necesarias es, en realidad, la mejor decisión en ese sentido. Las normas son de gran importancia y necesidad para el armonioso desarrollo del niño. Pero, qué ocurre cuando no se cumplen las reglas, cuando los padres han establecido una serie de normas de manera adecuada, y el niño o el adolescente no las cumple?. Debemos tener en cuenta que los hijos son nuevos en el juego de la vida y están llamados a cometer errores. Pero tenemos que hacer algo después de que nuestros hijos se hayan portado mal.
Cuando lo que se desea es la modificación de una conducta, lo que se utiliza es el castigo. El castigo es un proceso de aprendizaje, que se opone al refuerzo. Mientras que el refuerzo aumenta la frecuencia de una respuesta, el castigo la disminuye. El castigo es entendido como una consecuencia desagradable de una conducta que no debía haberse hecho. Así, el castigo negativo u omisión implica el no dar un premio cuando se da una conducta no deseada. Por ejemplo, cuando una madre dice "si no estudias no vas a la playa", el refuerzo positivo está presente (va a ir a la playa), por lo que se está reforzando la conducta deseada (el estudio). Pero la aparición de la no deseada (el no estudiar) omite el premio (el castigo es no ir a la playa).
El castigo puede implicar quitar algo agradable (un paseo, dejarle en un cuarto de modo que le quitas el estar con los demás, una alabanza de su padre...), o el dar algo desagradable, que ya sería el castigo como se entiende normalmente (un azote, por ejemplo), que es el menos recomendable.
Es fundamental recordar, por un lado, que para extinguir una conducta inadecuada siempre se debe tener en cuenta que, a la vez que la extinguimos, debemos sustituirla por otra; es decir, no sólo se debe decir "no hagas esto" sino también "haz esto en su lugar". Por otro, debe reforzarse la conducta deseada a la vez que se castiga (ignorar la conducta es castigarla) la no deseada. Se ve, pues, que el castigo tiene efectos positivos, y que no debe entenderse únicamente como una represalia física, que es como a veces la entienden sus detractores, y que de nuevo repetimos que no se recomienda en ningún caso.


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